El Ángel Gabriel y el Profeta Muhammad continuaron su ascenso milagroso a través de los cielos. Este viaje fue más allá de lo que la mente humana puede imaginar. Comenzó en los desiertos de Arabia y se extendió hasta donde alcanza el universo conocido y más allá. En la puerta del séptimo cielo, intercambiaron las mismas preguntas y respuestas que en los cielos previos, y los ángeles declararon su placer de conocer al Profeta Muhammad. Dieron permiso de entrar y el Profeta de Dios, acompañado por Gabriel, el ángel al que se le han confiado las revelaciones de Dios, y siguieron hacia el último cielo.

El séptimo cielo es una expresión utilizada por los cristianos para denotar la máxima felicidad o dicha, como en “estoy en el séptimo cielo”. En el Islam, el séptimo cielo es donde el Profeta Muhammad conoció al Profeta Abraham; y, en efecto, él (Muhammad) debió haber estado en la máxima felicidad y en un estado de dicha, al haber sido honrado con este viaje maravilloso. Ambos Profetas intercambiaron saludos diciendo Assalamu alaikum (que la paz sea contigo) y, como lo habían hecho todos los demás Profetas, el Profeta Abraham expresó su creencia y su fe en la misión del Profeta Muhammad.

A través de su hijo, Ismael, Abraham es el padre de los árabes y el ancestro del Profeta Muhammad; es también el ancestro del pueblo que se convirtió en los Hijos de Israel (los seguidores del Profeta Moisés) a través de su hijo Isaac. En las tradiciones judías, Abraham es llamado el padre de los judíos. Sin embargo, el Islam rechaza esta idea, pues el Corán expone claramente que él no era judío ni cristiano, sino un creyente en el monoteísmo más puro (la creencia en un solo Dios).

 “¡Oh, Gente del Libro! ¿Por qué discutís sobre Abraham, siendo que la Torá y el Evangelio fueron revelados después de él? ¿Es que no razonáis? […] Abraham no fue judío ni cristiano, sino que fue un verdadero Muslim Hanifa”[1]. (Corán 3:65 y 67)

(Corán 3:65 y 67)

Los musulmanes creen en todos los Profetas de Dios; Abraham, sin embargo, mantiene un lugar especial como uno de los mensajeros de Dios más importantes, y tiene el honor único de ser llamado, tanto en la tradición islámica como en la cristiana[2],  el siervo amado de Dios. Juntos, Abraham y su hijo Ismael construyeron la Kaaba (el edificio cúbico negro en el medio de la Masyid Sagrada de La Meca).

“Y cuando Abraham e Ismael levantaron los cimientos de La Casa, dijeron: ¡Oh, Señor! Acepta nuestra obra, Tú eres Omnioyente, Omnisciente”.

(Corán 2:127)

Los musulmanes vuelven su rostro hacia la Kaaba muchas veces al día mientras realizan sus oraciones, y en cada oración le piden a Dios que bendiga a Abraham y a su familia.

El mundo de los ángeles

Mientras se encontraba en el séptimo cielo, al Profeta Muhammad le fue mostrado el edificio conocido como “la casa muy frecuentada”, o Al-Bait Al-Mamur en árabe. Es lógico que el Profeta Abraham estuviera allí con esta casa, puesto que es el equivalente en el cielo de la Kaaba en La Meca. Cada año, en la época de la peregrinación (Hayy), más de 2 millones de musulmanes de todas partes del mundo concurren a La Meca para seguir los pasos del Profeta Abraham y realizar ciertos rituales, incluyendo la circunvalación de la Kaaba. Cada día, 70 000 ángeles visitan la casa muy frecuentada en el séptimo cielo para adorar a Dios. El Profeta Muhammad nos informó que, una vez los ángeles han visitado Bait Al-Mamur, nunca regresan. Dios jura por su casa en el Corán.

 “Y juro por Bait Al-Mamur”.

(Corán 52:4)

¡Setenta mil ángeles cada día! ¿Qué implica esto? Pensemos al respecto y maravillémonos de cuántos miles o millones de años lleva sucediendo esto. ¿Cuántos de estos seres creados de luz por Dios existen? Esta fue otra maravilla que el Profeta Muhammad tuvo el privilegio de ver y le permitió describirla para nosotros. En sus tradiciones también nos informa que los cielos sobre nosotros gimen, cada espacio está ocupado por un ángel adorando a Dios.

El límite más alto

El Profeta Muhammad pasó entonces a través de los siete cielos hasta el límite más alto, a Sidrat Al-Muntaha, un árbol de loto (azufaifo).

“Junto al Sidrat Al-Muntaha (loto que demarca el límite de los siete cielos). Cerca está el Paraíso de la residencia eterna”.

(Corán 53:14-15)

Él describió sus frutos como jarras y sus hojas tan grandes como orejas de elefante. Cuatro ríos se originan de las raíces del árbol de loto. Cuando preguntó respecto a ellos, se le dijo al Profeta Muhammad que dos de los ríos eran únicos del Paraíso. Nada nos ha llegado acerca de los nombres o el significado de estos dos ríos en la narración de la ascensión. Sin embargo, se le dijo que los otros dos ríos eran réplicas del Nilo y del Éufrates, dos ríos que son especialmente benditos en este mundo.

Sidrat Al-Muntaha es llamado el límite más alto, puesto que todo lo que surge de la tierra o de los cielos para allí, y todo lo que baja se detiene allí[3], y porque el conocimiento de los ángeles se detiene en este punto. Nadie ha ido más allá excepto el Profeta Muhammad[4]. Más allá de este punto, dejamos los cielos y pasamos al área del más allá, la zona que contiene el Paraíso y el Trono de Dios. Continuando con su viaje milagroso, el Profeta Muhammad pasó hacia esta zona y estuvo en la presencia de Dios Todopoderoso.

  1. La palabra Muslim se refiere a un hombre que está sometido sólo a Dios, mientras que Hanifa implica pureza, veracidad y sinceridad. El diccionario árabe asigna la palabra ortodoxo como uno de los significados de Hanifa, pero es más que ortodoxia. Es una ortodoxia innata, un sentido de la verdadera naturaleza de las cosas que es instintivo y natural.
  2. Isaías 41:8 y 2.
  3. Sahih Muslim.
  4. Imam Al-Nawawi.