“¿Acaso no les hemos consolidado un territorio sagrado y seguro, al cual llegan frutos de todas clases como sustento proveído por Nosotros? Pero la mayoría no se da cuenta.”
Anteriormente hemos explicado las condiciones del Judaísmo, el Cristianismo, el Mazdeísmo y el Zoroastrianismo evidenciando la situación de la humanidad[1] durante el siglo VI D.C. cuando las religiones estaban finalmente tergiversadas, contribuyendo a una inestabilidad completa en los campos político, social y económico. Durante esa era las guerras sangrientas eran muy comunes, gobernaban tiranas dictaduras y la humanidad vivía en una profunda oscuridad. Esta situación llevó a una oscuridad en los corazones como resultado del descrédito y la ignorancia. La moral se degeneró, se violaban sistemáticamente los honores y derechos y la delincuencia abundaba tanto en la tierra como en el mar. La situación era tan terrible que si cualquier hombre sabio se pusiera a pensar en ello, se habría percatado que la humanidad estaba pereciendo y que se dirigían a un precipicio sin retorno si Allah no los hubiese rescatado con un gran reformador que portaba la antorcha de los Profetas y la luz de la guía para iluminar el camino de la humanidad y llevarla por el camino correcto.
En ese momento, Allah permitió que toda la luz de los profetas emane desde La Meca. El entorno de La Meca era como cualquier otro en términos de politeísmo, ignorancia, injusticia y autocracia, excepto que se distinguía de los demás por las siguientes cualidades:
1. Era un entorno puro que no se vio afectado por las manchas de la filosofía griega, romana o hindú. Sus nativos disfrutaban de una elocuencia bien asentada, mentes vivas y una excepcional disposición.
2. Está situada en el corazón del mundo. Se encuentra a mitad de camino entre Europa, Asia y África, un factor importante que hace que el mensaje sea fácil de expandir y llegar a todos esos continentes en un breve lapso.
3. Es un lugar seguro. Allah la protegió cuando Abraha (el rey abisinio) quiso invadirla. Los vecinos imperios Romano y Persa tampoco pudieron conquistarla. Incluso su comercio estaba asegurado por el norte y por el sur. Eso fue un anuncio de la llegada del Noble Profeta. Allah les recordó a los habitantes de esa ciudad sobre este gran favor cuando dijo:
(Corán 28:57)
4. Es un entorno desértico que ha conservado muchas de sus características buenas y encomiables como la generosidad, la buena vecindad, la preocupación por los demás y otras cualidades que la calificaban por ser el lugar más apto para que Allah escogiera a Su Profeta Muhammad y hacerlo el último de todos los Profetas y Mensajeros.
Muhammad nació en La Meca en el siglo VI A.C. aproximadamente en el año 570. Creció huérfano, pues su padre había muerto cuando él aún estaba en el vientre de su madre. Su madre y su abuelo paterno murieron cuando él tenía seis años. Por eso fue criado por su tío. Sus características eran maravillosas; sus hábitos, modales y caracteres eran distintos de los de su pueblo. Nunca mentía al hablar. Era popular por su sinceridad, su castidad y honestidad en tal medida que mucha de su gente le confiaba sus objetos de valor y él los cuidaba como cuidaría su propia vida y riqueza. Esto le hizo ganarse el apodo de “Al-Amín (el confiable)”.
Era modesto y tímido y nunca se desnudó delante de nadie desde que fue mayor de edad. Era inocente y piadoso, y se sentía lastimado cuando veía que su gente adoraba ídolos, bebía alcohol y derramaba sangre inocente. Sólo se relacionaba con esas personas en aquellas acciones que él quería y con las que se complacía y se alejaba de ellos cuando cometían actos vergonzosos y pecaban. Ayudaba a los huérfanos y viudas y daba de comer a los hambrientos.
Cuando se encontraba por cumplir cuarenta años, se preocupaba en extremo por la corrupción que lo rodeaba y comenzó a recluirse para adorar a su Señor y pedirle que lo guíe por el camino correcto. Cierta vez que se encontraba en esta condición, un ángel descendió con una revelación del Señor y le ordenó transmitir esa religión a la humanidad; convocarlos a adorar solo a Allah y darles la espalda a los ídolos. Luego continuó día tras día y año tras año la revelación con la legislación y la teología hasta que Allah perfeccionó esta religión para la humanidad y completó Su favor con esta perfección. Luego de que el Mensajero de Allah completara su misión Allah lo llamó junto a Él. Vivió durante sesenta y tres años; cuarenta antes de ser profeta y veintitrés como Profeta y Mensajero de Allah.
Todo aquel que reflexione en las condiciones de los profetas y estudie su historia sabrá con certeza que no había manera en que se haya probado la profecía de los mensajeros, sin que la profecía de Muhammad se haya comprobado de la misma manera. Si se reflexiona sobre cómo se transmitió el carácter profético de Moisés y Jesús, sabrá que fue por sucesión. Pero la sucesión en la que se transmitió el carácter profético de Muhammad fue mayor, más fuerte y más reciente. De igual manera, la sucesión en que se transmitieron sus milagros fue similar pero la de los milagros de Muhammad fue mayor, pues sus milagros son numerosos y el mayor de ellos es el Sagrado Corán que se sigue transmitiendo hasta nuestros días por vía oral y escrita.[2]
Todo aquel que compare lo que trajeron los profetas Moisés y Jesús con lo que trajo el profeta Muhammad en lo que respecta a creencias firmes, leyes sabias y conocimiento útil, sabrá con certeza que todos ellos emanaron de una sola luz: La luz de los profetas. Todo aquel que compare las condiciones de los seguidores de los profetas con los seguidores de Muhammad sabrá con certeza que los seguidores de Muhammad eran los mejores de todas las personas y que la mayoría de los seguidores de los profetas provocaron un impacto en las generaciones posteriores. Ellos difundieron el Monoteísmo Islámico, propagaron la justicia y fueron piadosos con los débiles y desposeídos.[3]
‘Ali bin Rabban at-Tabari era cristiano y adoptó el Islam, y mencionó las siguientes evidencias del carácter profético de Muhammad:
1. El Mensajero convocó a adorar sólo a Allah y a darles la espalda a los ídolos. En esto estaba de acuerdo con todos los otros profetas anteriores.
2. Mostró claras señales y milagros que solo pueden mostrar los profetas de Allah.
3. Predijo hechos futuros que luego sucedieron tal como él los predijo.
4. Predijo numerosos sucesos del mundo y distintas naciones los cuales sucedieron tal como los predijo.
5. El Libro que trajo Muhammad, el Sagrado Corán, es una señal de su carácter profético pues es el Libro más elocuente, enviado a un hombre que no sabía leer ni escribir, pero que desafiaba a los oradores a producir un texto similar; y debido al hecho que Allah garantiza su conservación, conservó consigo la creencia correcta y lo garantizó como la ley divina perfecta.
6. Que él es el sello de todos los Profetas y que si no hubiera sido enviado, las profecías de los Profetas anteriores que trajeron buenas nuevas sobre su venida habrían sido falsas.
7. Que todos los Profetas habían profetizado sobre él antes de su venida. Ellos habían descrito su misión, su país y el sometimiento de otros pueblos y reyes a él y a su religión. También mencionaron la propagación mundial de su religión.
8. Su victoria sobre los pueblos que le declararon la guerra como una señal de su carácter profético; pues habría sido imposible que un hombre que dice falsamente ser un Mensajero de Allah tuviese la fuerza de Allah para obtener la victoria, la autoridad y la supremacía sobre sus enemigos, propagar su mensaje y la abundancia de sus seguidores; pues todo esto no puede suceder a menos que sea un verdadero Profeta.
9. Sus ritos religiosos y actos de adoración, su decencia, honestidad, carácter ejemplar, modales y enseñanzas. Todo esto no se puede encontrar en una sola persona, excepto que sea un Profeta.
Después de mencionar estas pruebas, este hombre bien guiado dijo: “Son rasgos que iluminan y pruebas suficientes. Todo aquel que goce de ellos debe ser un Profeta. Creer en él es obligatorio. Todo aquel que rechace estas pruebas y las niegue habrá fracasado en sus intentos en esta vida terrenal y en el Más Allá”.[4]
Al final de esta sección, narraré dos testimonios: El del antiguo rey bizantino que fue contemporáneo del Profeta Muhammad y el del evangelista cristiano contemporáneo, John Cent.
- Ver capítulo: ‘La clasificación de las religiones’ en este libro.
- Ver el capítulo sobre el Corán en este libro.
- Maymu‘ al-Fataawaa Vol. 4 p. 201, 211.
- Ad-din wad-dawla fi izbaati nubuwwati Muhammad, por ‘Ali bin Rabban At-Tabarani p. 47. También ver: Al-Islam por Al-Qurtubi p. 362.