Enciclopedia Británica:
“....una gran cantidad de detalles de las fuentes más tempranas muestran que fue un hombre honesto y recto, que se ganó el respeto y la lealtad de otros hombres que también eran honestos y rectos”. (Vol. 12)
George Bernard Shaw dijo sobre él:
“Debe ser llamado el Salvador de la humanidad. Creo que si un hombre como él asumiera la dictadura del mundo moderno, tendría éxito en resolver sus problemas de forma que traería la tan necesaria paz y felicidad”.
(El Islam Genuino, Singapur, Vol. 1, No. 8, 1936)
Él fue de lejos el hombre más extraordinario que jamás haya puesto un pie en esta tierra. Predicó la religión, fundó un estado, construyó una nación, estableció un código moral, inició numerosas reformas sociales y políticas, estableció una sociedad poderosa y dinámica para practicar y representar sus enseñanzas, y revolucionó por completo los mundos del pensamiento y del comportamiento humanos para todos los tiempos por venir.
Su nombre es Muhammad. Nació en Arabia en el año 570 d.C., comenzó su misión de predicar la religión de la Verdad, el Islam (sumisión a Un Dios) a la edad de 40 y partió de este mundo a la edad de 63. Durante este corto período de tiempo de 23 años de su Profecía, cambió por completo la Península Arábiga del paganismo y la idolatría a la adoración del Dios Único; de las disputas y guerras tribales a la solidaridad y la cohesión nacionales, de la embriaguez y el libertinaje a la sobriedad y la piedad, de la corrupción y la anarquía a la vida disciplinada, de la ruindad total a los más altos estándares de excelencia moral. La historia humana jamás ha conocido una transformación tan completa de un pueblo o lugar antes o después, e imaginemos todas esas maravillas increíbles en poco más de dos décadas.
El mundo ha tenido su parte de grandes personalidades. Pero estas eran de un lado figuras que se distinguieron sólo en uno o dos campos, como el pensamiento religioso o el liderazgo militar. Las vidas y enseñanzas de estas grandes personalidades del mundo están envueltas en la bruma del tiempo. Hay mucha especulación sobre la época y el lugar de su nacimiento, el modo y estilo de sus vidas, la naturaleza y detalles de sus enseñanzas, y el grado y medida de su éxito o fracaso, al punto que es imposible para la humanidad reconstruir con precisión las vidas y enseñanzas de estos hombres.
No ocurre así con este hombre. Muhammad, que la misericordia y las bendiciones de Dios sean con él, logró mucho en campos muy diversos del pensamiento y el comportamiento humanos en pleno resplandor de la historia humana. Cada detalle de su vida privada y sus declaraciones públicas ha sido documentado con precisión, y fielmente preservado hasta nuestros días. La autenticidad del registro así preservado ha sido avalado no sólo por los seguidores creyentes sino incluso por sus críticos prejuiciosos.
Muhammad fue un maestro religioso, reformador social, guía moral, coloso administrativo, amigo fiel, compañero maravilloso, esposo devoto, padre amoroso… todo en uno. Ningún otro hombre en la historia jamás lo ha superado o siquiera igualado en cualquiera de estos aspectos de la vida: sólo la personalidad desinteresada de Muhammad alcanzó una perfección tan increíble.
Mahatma Gandhi, hablando respecto al carácter de Muhammad, dijo en India Joven:
“Quería conocer lo mejor de uno que tiene hoy un dominio indiscutible en el corazón de millones de personas… Estoy más que convencido que no fue la espada la que ganó un lugar para el Islam en aquellos días en el proyecto de la vida. Fue la completa sencillez, la absoluta humildad del Profeta, el respeto escrupuloso de sus promesas, su devoción intensa hacia sus amigos y seguidores, su intrepidez, su absoluta confianza en Dios y en su propia misión. Esto, y no la espada, asumió todo lo que se le presentó y superó todo obstáculo. Cuando cerré el segundo volumen (de la biografía del Profeta), me sentí triste de no tener más qué leer sobre su gran vida”.
Thomas Carlyle, en su Héroes y Heroísmo, simplemente refiere asombrado:
“¿Cómo un solo hombre pudo fusionar las tribus en guerra y los beduinos errantes en la nación más poderosa y civilizada, en menos de dos décadas?”
Diwan Chand Sharma escribió:
“Muhammad era el alma de la bondad, y su influencia fue sentida y nunca olvidada por quienes lo rodearon”. (D.C. Sharma, El Profeta de Oriente, Calcuta, 1935, pp. 12)
Muhammad no fue más ni menos que un ser humano. Pero fue un hombre con una misión noble, la de unir a la humanidad en la adoración al Uno y Único Dios Verdadero, y enseñarle el camino para vivir en la honestidad y la rectitud con base en los mandamientos de Dios. Siempre se describió a sí mismo como “un siervo y mensajero de Dios” y, de hecho, cada uno de sus actos proclamó que ello era cierto.
Hablando sobre el aspecto de la igualdad ante Dios en el Islam, la famosa poetisa de India, Sarojini Naidu, dijo:
“Fue la primera religión que predicó y practicó la democracia, ya que en la mezquita, al sonar la llamada para la oración, los fieles se congregan y la democracia del Islam se materializa cinco veces al día, cuando el campesino y el rey se arrodillan uno al lado del otro y proclaman: ‘Sólo Dios es Grande’… Me he sorprendido una y otra vez por esta unidad indivisible del Islam, que hace al hombre instintivamente un hermano”. (S. Naidu, Ideales del Islam, Discursos y Escritos, Madras, 1918, p. 169)
En palabras del Profesor Hurgronje:
“La liga de naciones fundada por el profeta del Islam, puso los principios de la unidad internacional y la hermandad humana en fundamentos tan universales que son una luz para otras naciones”. Él continúa: “El hecho es que ninguna otra nación en el mundo puede mostrar un paralelo a lo que el Islam ha hecho hacia la realización de la idea de Liga de Naciones”.
El mundo no ha dudado en elevar al rango de divinidad a individuos cuyas vidas y misiones se han perdido en la leyenda. Históricamente hablando, ninguna de estas leyendas alcanzó siquiera una fracción de lo que logró Muhammad. Y todo su esfuerzo fue con el único propósito de unir a la humanidad en la adoración al Dios Único sobre el código de la excelencia moral. Muhammad ni sus seguidores proclamaron jamás en ninguna época que él fuera un Hijo de Dios o Dios encarnado o un hombre con divinidad. Por el contrario, él siempre fue y hoy día sigue siendo considerado como sólo un Mensajero elegido por Dios.
K. S. Ramakrishna Rao, un Profesor de Filosofía de India, en su libro “Muhammad, El Profeta del Islam”, lo llama el “modelo perfecto de vida humana”.
El Profesor Ramakrishna Rao explica su opinión diciendo:
“Es muy difícil llegar a la verdad completa sobre la personalidad de Muhammad. Sólo una idea de ella podemos captar. ¡Qué dramática sucesión de escenas pintorescas! Allí está Muhammad, el Profeta. Y allí, Muhammad, el Guerrero; Muhammad, el Comerciante; Muhammad, el Estadista; Muhammad, el Orador; Muhammad, el Reformador; Muhammad, el Refugio de los Huérfanos; Muhammad, el Protector de los esclavos; Muhammad, el Emancipador de las mujeres; Muhammad, el Juez; Muhammad, el Santo. Todo en todos esos papeles magníficos, en todas esas dimensiones de las actividades humanas, él es como un héroe”.
Hoy, después de un lapso de catorce siglos, la vida y las enseñanzas de Muhammad han sobrevivido sin la más mínima pérdida, alteración o interpolación. Ofrecen la misma esperanza imperecedera para el tratamiento de muchos males de la humanidad, que ofrecían cuando estaba vivo. Este no es un alegato de los seguidores de Muhammad, sino la conclusión inevitable impuesta por una historia crítica e imparcial.
Lo menos que puedes hacer como ser humano pensante y consciente, es detenerte a pensar por un momento y preguntarte: ¿Estas declaraciones que suenan tan extraordinarias y revolucionarias, pueden ser verdad? Y suponiendo que realmente fueran ciertas, y que no conozcas a este hombre Muhammad o no hayas escuchado sobre él, ¿no es momento de que respondas a su tremendo desafío y pongas algún esfuerzo en conocerlo?
No te costará nada, pero puede llegar a ser el comienzo de una era completamente nueva en tu vida.